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¿Eres de los que se reúne en familia los fines de semana?

¿Qué soléis hacer? ¿Quedáis para comer? 

 

Es muy habitual este tipo de planes, ¿verdad? Diría que forma parte de nuestra cultura; reunirnos en fin de semana, hacer algún plan y celebrar en torno a la mesa. Suele haber mucha comida, comprada o casera, salada y dulce. No falta de nada y todo se comparte y se disfruta. Quizás en un restaurante o en casa pero lo importante es estar juntos. Se charla alegremente en sobremesas que se extienden hasta la cena, mientras se pasa un buen rato. ¿Te suena? 

En mi opinión estos encuentros están genial y son ratitos que se disfrutan a tope. Lo que ocurre es que a veces estas situaciones pueden causar malestar en algún invitadx. Hemos hablado muchas veces de cómo afectan estas ocasiones cuando aprovechamos para comer aquello que no nos permitimos de lunes a viernes y damos rienda suelta a nuestros caprichos. Pero hoy me gustaría preguntarte:

¿Alguna vez te has sentido presionadx a comer algo que no querías en una de esas reuniones? 

comida familiar

Imagen de Unsplash

¿Qué pasa si me apetece una ensalada el sábado? ¿Y si quiero pedirme una pizza de verduras? ¿Y si no quiero comer nada dulce? ¿Qué ocurre cuando intento mantener una alimentación sana y no “aprovechar para comer lo prohibido”? 

(Ojo, hay que explorar desde dónde queremos romper con este patrón, la flexibilidad existente y los motivos que hay tras esa intención). 

A menudo ocurre que alguien quiere tomar elecciones conscientes y prefiere plantearse si realmente le apetece ese helado o ese trozo de tortilla. Sabe que puede comerlo cualquier otro día y necesita sentirse libre a la hora de elegir. Pero esto puede ser un reto si nos sentimos bajo presión, sobre todo si además la conversación gira en torno a dietas, comidas, el peso perdido o no perdido, etc.

“¿Que comes de todo? ¿Y cómo pierdes peso, entonces? Anda, pues cómete el bizcochito que he hecho que por un día no pasa nada. ¿No dices que comes de todo?”.

Quiero decirte que es normal sentirte confundidx. Te animo a que pidas ayuda profesional para que te guíe en la gestión de estos encuentros. Mientras tanto te dejo algunas recomendaciones:

Para la persona afectada:

  1. Recuerda el motivo por el que has tomado esa elección..
  2. Explícales amablemente tu objetivo y cómo quieres hacerlo.
  3. Mantente firme en tu elección y permítete cierta flexibilidad. No cedas a la presión si no quieres.
  4. Utiliza la asertividad cuando sea necesario. Técnica del sandwich, disco rayado…
  5. Céntrate en estar con ellos, reír, pasar un buen momento y procura que la comida no sea el centro de atención. 
  6. Practica la compasión contigo y con tus seres queridos. 
  7. Pide ayuda profesional. 

Para las familias:

  1. Respeta las elecciones de los demás.
  2. Evita comentarios sobre lo que se come y no se come.
  3. No hables del peso, ni preguntes cuánto lleva perdido.
  4. No presiones a que coma nada.
  5. Evita hablar de dietas y comidas.
  6. Si quieres interesarte pregunta cómo se siente.
  7. Puedes apoyar escuchando y dando espacio. Observa y extrae aprendizajes para ti también, si te apetece.

Lo importante es estar juntos. Centraros en vuestra compañía y dejad que la comida quede en segundo plano.

Estas son algunas sugerencias, dependerá de cada caso. Pide ayuda profesional si lo necesitas. 

Imagen de Unsplash

¡Te mando un abrazo!

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